Historia de peinados...
El uso de
los cabellos largos se remonta a la mayor antigüedad. Los profetas de Israel
jamás se cortaban sus cabellos ni su barba y los pintores y escultores nos
representaban a Jesucristo con luenga cabellera. Los asirios, los persas, los galos,
los etruscos, los samnitas, los iberos y todos los pueblos
de Europa que no eran griegos ni romanos se dejaban crecer el cabello actualmente
el uso del cabello ha variado de acuerdo a la moda
Los judíos no se lo cortaban sino en los lutos públicos o
particulares y aun lo consideraban como una pena infamante con la cual
castigaban a ciertos criminales. Este castigo se impuso después por los
bramas y mucho
más adelante por los bárbaros del Norte a los culpables de ciertos delitos. Los
vikingos, pueblo bárbaro en el norte de Europa, marcaron
algunas tendencias de moda en la que adoptaron peinados de larga y rubia
cabellera con trenzas como símbolo de hombría. Los antiguos griegos eran
representados con largas y rizadas cabelleras pero los de los tiempos heroicos
o semi-heroicos, si se exceptúan los lacedemonios, llevaban los cabellos
cortos: así es como nos representaban a Hércules, Teseo, Héctor, Aquiles, Orestes
y otros.
En Asia
se usaron los cabellos largos hasta la introducción del mahometismo y aun los
reyes de Persia se dice que llevaban cabelleras postizas. Los romanos en tiempo
de la república se cortaban muy a menudo el cabello, mas bajo el dominio de los
emperadores y especialmente desde Otón y Domiciano, ya los usaron más largos,
rizados y perfumados según la moda asiática. Desde mucho antes se ponían
también cabelleras postizas, porque Ovidio, Marcial y Juvenal se burlaban en muchos pasajes de sus
obras de los romanos de ambos sexos que hacían uso de los postizos
.Los
egipcios llevaron siempre los cabellos cortos, mas los antiguos galos miraban,
al contrario, los largos como una señal de honor y de libertad. Por eso Julio
César les hizo cortar el cabello tan pronto como los sometió a su dominio, al
año 49 antes de Jesucristo. Generalmente el cabello muy corto era la marca de
la servidumbre y de la cautividad y los romanos que se libertaban de un naufragio
o de una sentencia de muerte, se rapaban la cabeza.1
La
cabellera rubia era señal de grande honor entre los antiguos. Por eso
representaban con ella preferentemente a Baco, Apolo, Edipo, Jasón y otros dioses y héroes del gentilismo. Tácito nos
dice que los jefes de los antiguos germanos llevaban luengas cabelleras como
los judíos no imitaban generalmente a los egipcios ni a los romanos, resultaron
en los primeros tiempos del cristianismo no pocas controversias de esta
diferencia de costumbres. De ahí provino que mientras San Pablo condenaba los
cabellos largos y San Clemente de Alejandría aconsejaba que se usasen siempre
muy cortos, Lactancio, San Ambrosio y muchos otros
elogiaban la cabellera luenga como un adorno conveniente a los ancianos y a los
sacerdotes.1.
Posteriormente
se han usado en todos los pueblos de Europa ya largos, ya cortos, según el
gusto dominante o el capricho de sus dominadores. Respecto de España, sus
primeros moradores usaban los cabellos largos y este uso continuó durante la
dominación cartaginesa. Después hubieron de seguir los españoles el uso
impuesto por los romanos a los pueblos sometidos a la ciudad eterna. Cuando la
invasión de los bárbaros, volvieron a usarse largos y entre los godos se tenían
como señal de distinción: tanto era así que los juramentos más obligatorios y
solemnes se hacían por el cabello y era una pena infamante cortárselo a un
noble. Ordinariamente este era el castigo de los reyes y príncipes destronados
al que se seguía la reclusión en un claustro.
Los
eclesiásticos se afeitaban la cabeza y hacían grandes esfuerzos para que todos
siguiesen la costumbre de llevar los cabellos cortos. El canon 67 del concilio
celebrado en Iliberis el año 335, prohibía a las
mujeres y a los catecúmenos conservar en su servicio a hombres de largos
cabellos y esclavos peinadores bajo pena de excomunión. San Isidoro
de Sevilla que vivía por los años 600 de nuestra era, consideraba también como
hipócritas a los que dejaban crecer sus cabellos. Durante la dominación de los
moros, los españoles refugiados en Asturias también usaban el cabello largo y
continuó esta costumbre con muy leves excepciones por todo el largo tiempo que
duró la reconquista. Carlos I, Felipe II y Felipe III se ven ya representados con el
cabello corto, mas desde el tiempo de Felipe IV volvieron los españoles a usar
el cabello largo en diversas formas y en algunas épocas enormes pelucas que les
caían sobre los hombros y espalda. Posteriormente se trenzaban el cabello por
la parte de atrás, rizándose el del anterior y empolvando de blanco la cabeza.
Llamaban a este adorno ala de pichón y coleta.
También se han usado redecillas y bolsas dentro
de las cuales se encerraba el cabello. Pero a consecuencia de la invasión
francesa en el año 1808, se generalizó el uso del cabello. 
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